Juan Miguel Larios Larios
Ficha técnica:
Cuadro de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro de la Iglesia Mayor Parroquial de la Encarnación de Alhama de Granada.
Ubicación: Lado del Evangelio, último altar.
Medidas: 63‘5 X 83 cm.; 84 X 102 cm. con marco.
Autor: Atribuido al pintor polaco Leopoldo Nowotny. Es copia directa del
existente en la iglesia de San Alfonso de la vía Merulana de Roma. Es la copia
nº 22.
Cronología: 1867.
Técnica: Óleo sobre chapa de zinc.
Estado de conservación: Bueno, necesita una limpieza superficial.
Síntesis: Estudiamos el cuadro de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro existente
en Alhama de Granada, origen e iconografía, así como las circunstancias del establecimiento de los religiosos redentoristas en dicha localidad.
Su importancia radica en el hecho de ser uno de los dos primeros que llegaron a España, reproduciendo la imagen de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro, por
obra de los PP. Redentoristas. Esta circunstancia conviene destacarla, así como
su conservación, a pesar del destrozo ocasionado en el patrimonio artístico-
religioso de Alhama durante los primeros días de la guerra civil de 1936-39, para valorarlo convenientemente y contribuir a su adecuada protección.
Origen del icono. La imagen original es un icono procedente de Grecia y
venerado en Roma en la iglesia de los Agustinos, a finales del siglo XV, y desde
1866 en la iglesia romana de San Pedro. La datación del icono es difícil de precisar. Unos los sitúan entre los siglos X y XI, y otros a comienzos del siglo XV.
Según una tablilla colocada antiguamente al lado del icono con los orígenes de la imagen, la cuna de este cuadro milagroso fue la isla de Creta en el mar
Egeo. Un mercader sustrajo el icono de una iglesia, lo escondió entre su equipaje y se embarcó rumbo a otras tierras. Durante la Travesía sobrevino una gran tempestad y los pasajeros se encomendaron a Dios y a la Virgen. La leyenda cuenta que recuperó su calma y el pasaje arribó a puerto seguro.
Poco después el mercader llegó a Roma con el cuadro y, tras algunas resistencias de la familia, el icono pasó a ocupar un lugar preferente en la iglesia de San Mateo regentada por los agustinos. Dicha iglesia se encuentra entre las basílicas de San Juan de Letrán y Santa María la Mayor. Allí permaneció durante trescientos años y los escritores de la época narran ampliamente los milagros atribuidos a la imagen, siendo el siglo XVII el más intenso en cuanto a su devoción y culto.
En febrero de 1798, con la invasión napoleónica, en Roma son destruidas más de treinta iglesias y entre ellas la de San Mateo. Los agustinos salvaron el icono y se lo llevaron consigo a una pequeña capilla, quedando allí sin culto popular y en el olvido.
En 1855 los redentoristas compraron unos terrenos al lado de la vía Merulana, muy cerca de Santa Ma la Mayor. La finca se llamaba Villa Caserta y en su interior estuvo edificada la iglesia de San Mateo. En 1865, a través del P. Miguel Marchi se descubre el paradero del icono. El 11 de diciembre del mismo año, los hijos de San Alfonso Ma de Ligorio solicitaron al Papa la concesión de la imagen.
A los pocos días, el 19 de Enero de 1866, regresa a la iglesia de san Alfonso, en el mismo emplazamiento donde había estado durante tres siglos. Su estado de deterioro exigió su restauración y esta delicada tarea se le confió a un experto artista polaco, Leopoldo Nowotny. Por su proximidad temporal, poco menos de un año, podemos sospechar que las primeras copias de la imagen las hiciera el
mismo artista.
Esta devoción se propagó pronto por el celo de los Padres Redentoristas. A España llegó la primera copia del icono de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro en vísperas de la revolución de 1868, la llamada ―Gloriosa‖, que destronaría a Isabel II. Un año antes, el 24 de Mayo de 1867, se expuso en Huete (Cuenca) y allí realizó su primer milagro, curando a un niño llamado Lucas, que recuperó la vista
milagrosamente. Es una advocación de poderosa intercesión y a la vez un símbolo esperanzador de la reintegración de las iglesias ortodoxas a la Santa Madre Iglesia Católica.
Descripción del icono original. La imagen original del Perpetuo Socorro está pintada al temple sobre madera. Mide 53 cm. de alto por 41 ́5 cm. de ancho. Sobre un fondo de oro destacan cuatro figuras. En el centro, llenándolo todo como protagonista, la Virgen María y el Niño Jesús. En un lejano segundo plano, los dos Arcángeles San Miguel y San Gabriel, portando los instrumentos de la Pasión de Cristo. Según costumbre oriental, cada personaje está identificado por una inscripción griega en abreviatura.
María se muestra sólo de medio cuerpo y de pie. Viste una túnica de color rojo, abrochada en el cuello, y un manto de color azul marino, que le cubre desde la cabeza. Bajo el manto apunta una cofia o velo de de color verde mar, que recoge y oculta sus cabellos. Sobre la frente observamos dos estrellas. Las coronas de oro y pedrería del Niño y de la Madre son regalo del Capítulo Vaticano para su coronación, el 6 de Abril de 1866.
El Niño Jesús descansa sobre el brazo izquierdo de su Madre y se agarra con ambas manos a la mano derecha de María, buscando protección, al contemplar los instrumentos de la Pasión que le muestran los Arcángeles. Su figura es decuerpo entero, vestido con túnica verde, ceñida con faja roja y de su hombro derecho cuelga un manto de color rojizo marrón. Tiene entrecruzadas las piernas y lleva los pies calzados con simples sandalias, con la circunstancia que la del pie derecho queda suelta y colgando. Los instrumentos que presenta el Arcángel Gabriel son la cruz ortodoxa de triple travesaño y cuatro clavos. El Arcángel Miguel lleva la lanza y la caña con la esponja, que salen de un pomo. Ambos ocultan sus manos, ya que sostienen dichos atributos con sendos velos, a la costumbre oriental, en señal de respeto. Los abundantes pliegues y sombreados de las vestiduras van profusamente marcados en color oro.
Las abreviaturas griegas que hay escritas en el icono significan: 'MP-ΘΥ (Μήτηρ Θεού, Madre de Dios, la cual figura en la parte superior. OAM (Ο Αρχάγγελος Μιχαήλ, El Arcángel Miguel, inscripción en el lado superior izquierdo); OAΓ (Ο αρχάγγελος Γαβριήλ, El Arcángel Gabriel, inscripción en el lado superior derecho); y Iς-Xς ( Ἰησοῦς Χριστός, Jesús Cristo, al lado del Jesús Niño,
respectivamente.
María del Perpetuo Socorro es una imagen representativa de la Virgen de la Pasión. Su interpretación es evidente. Los arcángeles Gabriel y Miguel presentan a Jesús niño los instrumentos de sus sufrimientos futuros. Al contemplar esta dramática visión, el Niño, en su condición de hombre mortal, se asusta y se estremece y en un brusco movimiento busca socorro en los brazos de su Madre, a cuya mano se aferra con fuerza. El susto y movimiento brusco del Niño están expresados por la contorsión de piernas, el repliegue del manto y la sandalia desprendida.
El icono representa la realidad teológica completa de la Redención por la Pasión. Los instrumentos de la Pasión no son sólo presagio de dolor y muerte, aparecen en las manos ̳veladas‘ como trofeo y símbolo de victoria lograda.
Pero aún mas, dentro de las tipologías de las representaciones marianas griegas, la Virgen del Perpetuo Socorro correspondería, al mismo tiempo, a la ―Hodegitria‖, la Virgen que enseña el camino de la salvación, que es su propio
Hijo; así mismo sería la ―Eleusa‖, la Virgen de la ternura, y al mismo tiempo, la ―Strastnaia‖ es decir la Virgen de la Pasión.
Patronazgos. La Virgen del Perpetuo Socorro es patrona de numerosos lugares e instituciones. En España está muy vinculada a los corredores de seguros. Es la patrona de Haití. Existen veinte institutos religiosos acogidos a la Madre del Perpetuo Socorro. Igualmente diversas instituciones sanitarias. Numero sas editoriales, libros, revistas, emisoras de radio mantienen y propagan su devoción.
La Congregación de San Alfonso María de Ligorio. La Congregación del Santísimo Redentor o PP. Redentoristas es un instituto de vida consagrada, una comunidad religiosa masculina de derecho pontificio y exenta, fundada el 9 de noviembre de 1732 por San Alfonso María de Ligorio en Scala, cerca de Nápoles (Italia), y aprobada por la Santa Sede en 1749.
Alfonso de Ligorio, compadecido de los más pobres y abandonados de su tiempo, especialmente de los campesinos de la zona rural y montañosa del sur de Nápoles, decide reunir una comunidad consagrada a la tarea misionera. Él comprende que la evangelización de esa gente, particularmente de cabreros y pastores, es su vocación en laIglesia. Fundó la Congregación del Santísimo Redentor, con la finalidad de anunciarles el Evangelio que libera, promociona y dignifica la vida: "Me envió a anunciar la Buena Nueva a los pobres‖ (Lucas, 4, 18).
Según el Anuario Pontificio 2013, la congregación contó en 2012 con 4047 sacerdotes religiosos,
5338 religiosos varones, y 713 parroquias.
Los redentoristas y Alhama (24 de Enero de 1867 – 29 Octubre de 1868). La llegada de los PP. Reden-
toristas a Alhama de Granada fue fruto de la expansión de su congregación por el mundo.
Los padres que se encontraban en Madrid, aún sin estar establecidos con casa propia, conocieron en la iglesia de los italianos a un piadoso sacerdote llamado Don José Oliver, natural de Málaga. En 1866 partió para Granada con el cargo de Vicario General del Arzobispado.
Don Andrés Martínez de Novoa le recomendó a los padres para que pudieran fundar en Granada. Pocos días después de su llegada se le presentó la oportunidad favorable en la persona de Don José de Toledo, natural de Alhama, hermano de Don Francisco de Toledo. Casado con Da Mariana Tello, sin hijos, muy ricos y religiosos, ofreció generosamente una cómoda casa con jardín contiguo que tenía en Alhama, que no era otra que la ubicada en la calle Llana, propiedad actualmente de la familia Retamero. Así se convertiría en el protagonista de la fundación de Alhama y, más tarde, de la de Granada. El vicario quedó satisfecho con este ofrecimiento, inmediatamente escribió a Don Andrés Martínez de Novoa y este lo hizo al P. Loyódice, quien lo comunicaría al P. General. El propio Don José de Toledo escribió directamente a dicho padre, el 26 de mayo de 1866 rogándole que algunos religiosos de la congregación se establecieran en Alhama, ofreciéndose él a pagar todos los gastos del viaje y rogándole que esto fuera lo más pronto posible. El día 20 de junio de ese mismo año escribió el vicario rogando al padre que viniera personalmente a ver la casa que le ofrecía el don José Toledo. Por lo que se estaba haciendo en Huete, el P. Loyódice no pudo moverse hasta los primeros días de septiembre.
Llegó a granada el 4 de dicho mes; el 5 fue a besar la mano del arzobispo juntamente con el Sr. Toledo y de común acuerdo el día 6 fueron a ver la casa de Alhama. La casa pareció oportuna; el jardín, aunque no muy grande pareció bellísimo; el único inconveniente que observó fue la falta de iglesia, ya que la del Carmen distaba cerca de 90 metros de la del Sr. Toledo.
La llegada de los redentoristas a Alhama no se produjo hasta el día 21 de enero de 1867. llegaron a caballo, a causa de la abundante lluvia que cayó el día anterior.El día 24 llegaron los Padres López y Palliola y el mismo día tomaron posesión canónica de la iglesia del Carmen. El Sr. Toledo prometió, que pasados unos meses, se construiría una nueva iglesia junto a la casa. La actividad de los Redentoristas en Alhama comenzó con una misión, la cual dio principio el 6 de Febrero. La ceremonia inicial consistió en el hecho de que los religiosos salieron en procesión desde su iglesia del Carmen, al tiempo que el clero parroquial hizo lo mismo desde la suya. Una vez reunidos, el párroco entregó al superior el Crucifijo y entonado el Benedictus, se prosiguió hasta la parroquia. La iglesia estaba abarrotada de gente, no pudiendo entrar todos. Lo mismo ocurrió los dos días siguientes, por lo que determinaron trasladar la misión a la iglesia del Carmen, por ser más amplia. La misión duró once días y las confesiones fueron numerosísimas. Los ejercicios ordinarios que tenían lugar en la iglesia del Carmen consistían en el rezo del rosario, la exposición del Santísimo, algunos sermones y otras devociones marianas.
El domingo de quincuagésima, aquel año cayó quince días después de la misión, y temiendo que se perdieran los frutos espirituales, a causa de las fiestas del carnaval, organizaron con gran pompa el ejercicio de las cuarenta horas. Como consecuencia, no se vio en la calle ni una máscara aquel día. Igualmente, en los tres días de carnaval se iba a representar una comedia en el teatro, representándose solamente el primer día ante la escasez de espectadores.
Sin desatender el cuidado espiritual de los fieles alhameños, con los ejercicios piadosos programados para todos los días, y sirviéndose de la casa de Alhama como centro de acción, acudieron a la predicación de numerosas misiones, fundamentalmente en la costa y Alpujarra, tanto granadina como almeriense, pero siempre dentro de la jurisdicción del Arzobispado de Granada. Igualmente y a su solicitud, acompañaron al Sr. Arzobispo en algunas de sus visitas pastorales.
Según los deseos del Arzobispo, también misionaron otros pueblos. Así el día 20 de Marzo partieron los padres Loyódice y López para Órgiva. Partieron el 20 de Marzo y tras pasar por Loja y Granada, llegaron el 23, dando comienzo a la misión aquella misma noche. Regresaron a Alhama el día 12 de abril, tras detenerse algunos días en granada. El 27, los mismos padres volvieron a salir, ahora a Motril para tratar de una fundación que quería hacer Da Ma Soledad Rodríguez, la cual no se efectuó. Desde allí y viajando en barco por algunas poblaciones de la costa, Castel de Ferro, Adra, Verja, Alcolea, Laujar. En esta población permanecieron 14 días predicando una misión. El día 1 de noviembre partieron tres padres de Alhama para acompañar al Arzobispo en la visita pastoral de Montefrío,
Algarinejo y Salar. En la primera población predicaron una misión durante catorce días.
El día 2 de noviembre el Superior de Alhama recibió una carta de un sacerdote de Antequera con la pretensión de que fundaran una casa en dicha población. El P. General decide trasladar a los religiosos de Alhama, ya que en España eran pocos, el año y medio trascurrido en Alhama no había mejorado en cuanto a su situación, carecían de iglesia propia y casa como se había pactado y las comunicaciones eran malas. En Alhama se redactó un memorial con trescientas firmas, al tiempo que Don José Toledo remite una carta al Arzobispo. Finalmente se desistió de la fundación de Antequera.
De nuevo, el 9 de enero de 1868, partieron tres padres para Motril, llegan do el 11 a Almuñécar, donde predicaron misión durante catorce días. De allí pasaron a Salobreña, Adra, Dalías, Roquetas y Albuñol, predicando misión en dichas poblaciones.
La revolución de 1868 dio al traste con las dos fundaciones españolas de Huete y Alhama.
El 9 de octubre de ese año, el gobernador eclesiástico de Granada envió, de parte de la Junta Provisional, la orden de abandonar el convento en el menor espacio de tiempo posible y de evacuarlo totalmente. También se les comunicó que al día siguiente vendría un comisario, encargado de hacer inventario de bienes y de todos los muebles del convento. La principal preocupación de los religiosos
fue poner a salvo sus pertenencias, especialmente los documentos, cartas de importancia, libros de cuentas, etc. Trabajaron a destajo para no dejar nada que les pudiera comprometer o les pudiera servir, y quemaron una gran caja de libros prohibidos que habían recogido en las misiones.
El rumor se extendió por toda la ciudad, de que los padres debían partir y abandonar la ciudad. El pueblo congregado en la iglesia para el rezo del rosario no dejaba de llorar y la misma escena se repitió en el convento con unos señores de la ciudad que había ido a despedirlos. Los padres Antonio Jenger y López partieron al día siguiente, el uno vestido de seglar y el otro de sacerdote español, para aparentar que se trataba de un cura con su sacristán que viajaban a la capital para realizar algunas cosas de iglesia. El uno cabalgando a caballo y el otro sobre un asno. A su paso por Cacín se despidieron de Don José Toledo, que a la sazón se encontraba en una de sus fincas, lejos de los tumultos de Granada.
Los padres que quedaron en Alhama procuraron continuar su actividad pero como sacerdotes seculares y se instalaron en la casa de un cura secular de la población. El Presidente de la Junta de Alhama hizo comparecer al P. Superior para exigirle cuentas de cierto dinero que la gente de Alhama había entregado para ornamentar una nueva iglesia. El caso es que Don José Toledo se había comprometido a construir al otro lado de la casa de los religiosos una iglesia. Se haría en el emplazamiento de las ruinas del viejo castillo árabe, que sería necesario demoler. El Sr. Toledo proporcionó el dinero y el material para convertir la casa en convento. A lo largo de tres meses hubo albañiles y carpinteros, estando
a punto de terminar cuando estalló la revolución. Para secundar dicha generosidad, la gente de Alhama prometió dar 10.000 francos para dicha ornamentación y ya había adelantado 3.000, los cuales se emplearon para la demolición del castillo, ya que el Sr. Toledo no tenía dinero a mano. El caso es que el castillo desapareció, el terreno se niveló y se esperaba que en ese otoño se abrieran los cimientos de la nueva iglesia que sería gótica y costaría al menos 100.000 francos. Este era el dinero que reclamaban los de la Junta revolucionaria. Los señores que lo entregaron, firmaron un papel indicando que ellos no reclamaban nada. Temiendo la reacción de la Junta por haber sido burlada, el P. Superior se marchó de Alhama de incógnito, el domingo 18 de octubre. Pero en Granada tampoco estaban seguros los Padres, por lo que deciden marcharse a Madrid, desde donde pasaron a Francia, recibiendo diferentes destinos.
El P. Antonio Jenger, al terminar la crónica del abandono de la casa de Alhama escribe: ―¡Que lástima para la pobre España! ¡Había tanta necesidad de misioneros y de misioneros celosos! La gente tiene fe, es cierto, pero ¡ay! Es muy ignorante en asuntos de religión. La gente del campo apenas sabe que hay un Dios, y todo depende de la negligencia de los sacerdotes, que, en lugar de instruir a los fieles confiados a sus cuidados, pierden el tiempo en pasear y fumar. No digo más, porque si desvelásemos todo, sería poco edificante‖.
Personal de la comunidad de Alhama:
P. Víctor Loyodice, superior.
P. Joaquín Pasquali,
P. Luis Palliola.
P. Antonio Jenger.
P. Luis Casiano de Azevedo.
P. Pedro López.
H. Álvaro Tornero, novicio.
H. José María, novicio.
H. Antonio Ortiz, novicio.
El icono de Alhama
Afortunadamente contamos en Alhama con el precioso icono de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Ni la revolución liberal de 1868, ni el terremoto devastador de 1884, ni la incendiaria e iconoclasta guerra civil de 1936-39 pudieron con él. Nos preguntamos como pudo salvarse del exterminio, sobre todo durante el tercero de los acontecimientos. La hipótesis que planteamos es que los religiosos redentoristas a su partida debieron de hacer entrega del mismo a algún particular de confianza o simplemente lo dejaron en el domicilio de Don José Toledo, donde habían estado albergados. Allí debió de permanecer hasta pasada la contienda civil y posteriormente sería entregado a la iglesia parroquial, tras la desaparición de su patrimonio iconográfico. De este modo ha llegado hasta nosotros, a pesar de que el pueblo fiel y sus pastores desconocieran la importancia sentimental y artística del mismo.
Si observamos la imagen de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro de Alhama y la comparamos con el icono original de Roma observamos alguna diferencias, fundamentalmente de carácter formal y anecdótico, sin que afecte a lo esencial desde el punto de vista iconográfico. La diferencia fundamental afecta a la mirada y expresión del rostro de María. En el icono de Roma, la Virgen mira directamente al espectador que se sitúa frente a ella, en cambio en el cuadro de Alhama, aunque igualmente sus ojos se dirigen al fiel devoto lo hace de forma inclinada, con un trazado diagonal. El rostro romano muestra un gesto algo más serio, al tiempo que el de Alhama es más dulce y esboza una leve sonrisa. Las dos estrellas que figuran en la frente de María difieren algo en ambos cuadros. El velo que cubre el cabello de la imagen, bajo el manto, es de color azul en el caso de Roma y verde en el de Alhama, al tiempo que el primero se ajusta más a la cabeza sagrada. La nariz de la imagen original es más recta y estilizada, al tiempo que la de nuestra imagen es más naturalista y de formas algo más redondeadas. Respecto a la imagen del Niño Jesús, observamos ciertas diferencias, sobre todo en el rostro. El original romano corresponde a un niño más infantil, el cabello más rizado y la mirada dirigida al arcángel de su izquierda, a la vez que el alhameño es algo mayor, el pelo lacio y castaño y la mirada, aunque vuelta a su izquierda, algo perdida en el espacio. Ambas imágenes muestran tras sus cabezas, tanto en el caso del Niño como en el de la Madre, aureolas circulares. Sin embargo en el caso de Alhama a dichas aureolas se superponen coronas pintadas, imitando al cuadro original que ostenta coronas metálicas superpuestas. En el caso de los arcángeles, los de Alhama no muestran areolas, que si portan los de Roma. Finalmente, cabe reseñar algunas diferencias más que afectan a la policromía y a la representación de los pliegues de las vestiduras.
Icono de Alhama.
Detalle de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro de Alhama.
Al igual que, de momento, es un enigma como se salvó de las hordas marxistas, tampoco sabemos cuando y como se instala en la Iglesia Parroquial. Si suponemos que pudo quedar en la casa de Don José Toledo, tras la guerra, la familia Retamero que compró dicha casa debió de hacer entrega del mismo con destino a la iglesia de la Encarnación. Allí se le asignó un altar con dosel. La mesa es de tipo ecléctico, ya que funde elementos neogóticos con neobarrocos, como son los arcos y rosetón central junto a cuatro columnas salomónicas. El dosel está formado por una galería de madera con el monograma de María sobre unos elementos barrocos tallados y dorados. De ella pende una tela de color rojo enmarcada por un filete de madera dorada y elementos de rocalla en el cuarto inferior, centrados por un jarrón de flores, todo ello dorado.
Icono de la Virgen del Perpetuo Socorro de Roma, antes y después de su restauración, así como una
copia del mismo.